Esta es una noticia leida en noticias de Navarra y publicada el miercoles 2 de Abril del 2008. Como en cualquier ámbito, hay oscuro y claro. Esta es la parte clara de la osteopatía. Felicidades a Antonio Arcos por su "saber hacer", espero que algún día, con el consentimiento del hijo, os animeis a publicar todo el proceso.
Antonio Arcos, el osteópata que recuperó a nuestro hijo
Nuestro hijo llevó una vida normal durante los primeros 20 años de su vida. A esa edad comenzó a padecer una de esas enfermedades raras que nadie diagnostica ni soluciona: trastorno psicosomático, síndrome miofacial, fibromialgia; y sus síntomas: dolores insoportables de cabeza, cuello y brazos, sufriendo al menor ejercicio físico fuertes contracturas.
En Navarra, con los mejores centros sanitarios y especialistas, a lo largo de ocho años horribles, se pasaron la pelota unos a otros. Tras realizarle toda clase de pruebas, sin resultado, nuestro hijo estuvo 15 veces ingresado. La única realidad era que el dolor no cedía mientras entraba en un círculo desgarrador de tratamiento con morfina y posteriores desintoxicaciones. A la vez buscamos otras alternativas como la acupuntura, el ozono o el tratamiento de médicos particulares que no brindaban ninguna solución y generaban tremendos gastos económicos.
Nuestro hijo "tiró la toalla" : se quedó sin fuerzas ni esperanza y todo le daba igual. Fue entonces cuando contactamos con Antonio Arcos, osteópata. Ante la gravedad de la situación, propuso a nuestro hijo el traslado a Barcelona durante un año como plazo mínimo. Arcos lo acogió en su propia casa y se implicó de forma admirable y desinteresada en la batalla contra el dolor. Nuestro hijo no ha vuelto a tomar medicación, de nuevo trabaja y ha recuperado la alegría de vivir.
En el primer contacto con Antonio Arcos, ante el escepticismo de nuestro hijo, el osteópata le preguntó: "¿Qué harás si te curo?". Él respondió. "Te hago un monumento y sales en los periódicos". A través de esta carta agradecemos a Antonio Arcos sus conocimientos de osteopatía, así como la generosidad, fuerza y decisión que han permitido la curación de nuestro hijo. El monumento lo tiene en nuestros corazones.
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