por el venerable Lama Guendum Rimpoché
con grandes sacrificios y fuerza de voluntad;
ya está presente, en la relajación abierta y en el soltar.
No te esfuerces,
no hay nada que hacer o deshacer.
Todo lo que aparece momentáneamente en el cuerpo-mente
no tiene ninguna importancia,
sea lo que fuere tiene poca realidad.
¿Por qué identificarse con ello y después apegarse?
¿Por qué emitir juicios sobre eso y sobre nosotros?
Es mucho mejor dejar
simplemente que todo el juego ocurra por sí mismo,
surgiendo y replegándose como las olas
-sin alterar ni manipular nada-
y observar cómo todo se desvanece y
reaparece mágicamente, una y otra vez,
eternamente.
Es nuestra búsqueda de la felicidad
lo único que nos impide verlo.
Es como perseguir un arco iris de vivos colores
que no alcanzas jamás,
o como un perro intentando atrapar su propia cola.
Aunque la paz y la felicidad no existen
realmente como una cosa o como un lugar,
están siempre disponibles
y te acompañan a cada instante.
No creas en la realidad
de las experiencias buenas y malas;
pues son tan efímeras como el buen tiempo y el mal tiempo,
como los arco iris en el cielo.
Deseando aferrar lo inaferrable,
te agotas en vano.
En el instante en que abres y relajas
ese apretado puño del aferramiento,
ahí está el espacio infinito, abierto, seductor y confortable.
Sírvete de esa espaciosidad,
de esta liberta y tranquilidad natural.
No busques más.
No te adentres en la enmarañada selva
siguiendo el rastro del gran elefante despierto,
pues ya está en casa descansando apaciblemente
enfrente de tu propio hogar.
Nada que hacer o deshacer,
nada que forzar,
nada que desear,
nada falta.
¡Emajó! ¡Maravilloso!
Todo sucede por sí mismo
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